Más de alguna vez bajo ese cielo azul hermoso hemos caído rendidos ante los brazos del amor, y las noches y las estrellas han sido, en muchas ocasiones, los únicos testigos de nuestras dichas y desilusiones. Algunos logran pasar más allá de las barreras simples de los ojos, y logran percibir más que solo una simple atracción.
¿Pero quién puede negar que nunca se ha enamorado? ¿Quién jamás ha llorado por una desilusión? O mejor, ¿quién nunca ha sufrido por un amor platónico? Así es, estos poemas están dedicados a todos aquellos que han vivido toda una odisea por ese amor incorregible que a veces se tiene que dejar en el olvido.
Estos poemas están dedicados a ese ser tan especial desde su principio a su final, donde a veces ni el tiempo ni la distancia acortan el amor que por tanto se ha escondido, y que en la mayoría de las ocasiones, es solo un sentimiento que camina dentro del interior de nuestros pensamientos, de nuestra alma. Yo, sin embargo, decidí expresarlo, gritarlo, desahogarlo bajo las hojas de papel que es lo único que mantendrá inmortal los sentimientos de muchos en el exilio.
Alejandro Ayalá
Douglas Alejandro Tobar Canizalez (Alejandro Ayalá) nació en el departamento de Santa Ana, El Salva-dor, el 1º de noviembre de 1987. Crece en el seno de una familia humilde al lado de sus padres, Douglas Arturo Tobar y Flor de María Cañizales de Tobar.
Desde su niñez le agrada la poesía y empieza a escribir sus primeros poemas a los 14 años. Realiza sus estudios desde se-cundaria hasta bachillerato en el INSA (Instituto Nacional de Santa Ana) en donde se da cuenta de su gusto por la literatura y sobre todo por la poesía. Luego de culminar sus estudios, quiere ingresar a la escuela militar, pero por ser hijo único, su padre no le apoya diciéndole que mejor opte por una carrera universitaria. Algo inconforme con esta decisión, estudia la Licenciatura en Idioma Inglés Opción Enseñanza, en la Universidad de El Salvador, culminando su formación en el año de 2013 y gra-duándose en el año 2014. Se dedica a trabajar como profesor de inglés y en su tiempo libre como escritor. Su línea preferida siempre ha sido la poesía romántica en verso libre.
Después de haber escrito tantos poemas, decide tomarse en serio su trabajo como escritor y poeta, y retoma el seudónimo de Alejandro Ayalá, que se basa en el apellido de Prudencia Ayala, por lo que decide adoptarlo como propio para reflejar un poco de la me-moria histórica de El Salvador, ya que fue doña Prudencia la primera mujer que quiso aspirar a la presidencia de El Salvador en 1931, pero por ser mujer, en aquel tiempo no se le dio importancia alguna. Además, una de sus influ-encias más grandes dentro de la literatura fue su profesor de Lenguaje y Literatura, William Mario Aguilar, quien siempre le apoyó durante su vida estudiantil y luego profesional para motivarlo a que siguiera su trabajo como escritor, ya que siempre él era el que hacía una crítica constructiva para sus escritos.
Posteriormente, otra influ-encia fue el gran poeta Pablo Neruda, al que podía pasar horas leyendo para cultivarse en el arte de la escritura. También, otro escritor que contribuyó enormemente a su crecimiento fue Gabriel García Márquez con sus libros El Amor en Tiempos del Cólera y Cien Años de Soledad, los que tuvieron un gran impacto en sus emociones para que se dedicara con más persistencia al trabajo tan noble de la escritura.
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